EL PECADO ORIGINAL Y LOS SIMBOLOS SICALÍPTICOS
En el relato del paraíso y el primer pecado (Gn 2, 15-17; 3) el jardín, la serpiente, la manzana…, son puros elementos literarios de historia ficción. El mensaje religioso es que Dios creó al hombre en estado de inocencia y felicidad, que perdió por el pecado, el pecado original, del que arranca la situación de dolor, de muerte, de inclinación al mal, que alcanza a toda la humanidad. Pero no todo está perdido. Al final, habrá solución para el ser humano.
Este es el mensaje que encierra la reja que labró el maestro jienense Bartolomé, para la capilla del canónigo Becerra.
Al entrar al claustro del templo; y observamos su arquitectura, podemos ver que los nervios de las bóvedas góticas, los arcos formeros y perpiaños descansan sobre capiteles, adosados al muro y a los pilares, en forma de canastilla con variados motivos decorativos: tallos, figuras de animales como becerros, bestias, escenas simbólicas. Etc. En muchos de ellos esta adosado el escudo del canónigo Becerra; impulsor de la construcción de este recinto y en uno las armas de la Colegial.
Entre unos de ellos, sobresale de modo especial, un capitel con motivos eróticos o sicalípticos. (Según se vea). Que se sitúa en uno de los pilares del claustro, en la nave oeste, antes de entrar al interior de la iglesia.
En la Edad Media y en el pro-renacimiento, se vivía rodeado de símbolos y misterios. La religión lo inundaba todo, pero el pueblo llano tenía sus vías de escape, como las fiestas profanas y el sexo. El amor y la sexualidad han estado siempre muy ligados a la naturaleza humana.
Así, en todas las culturas y civilizaciones han estado siempre, con distintas formas de representación estos motivos eróticos, la mayoría de las veces retando la voluntad de la propia iglesia católica. Siempre el arte o la literatura ha dado rienda suelta al sexo en muchas de sus variantes: bestialismo, incesto, poligamia y prostitución.
En el arte de la Edad Media, en los arcos de las portadas, en los capiteles, en ventanas y en columnas interiores suelen representase escenas sacadas de las Sagradas Escrituras. Que, a veces, se intercalan con seres sacados de las leyendas y mitos clásicos (sirenas y grifos).
A cambio, en canecillos situados en el alero del tejado y en algunos capiteles exteriores predominan escenas profanas: gente corriente, artesanos… e imágenes que no parecen las más adecuadas para adornar un templo de índole religiosa.
En nuestro caso, en el citado capitel de Santa María, podemos observar a dos seres fantásticos (una sirena y un mono) practicando entre ellos sexo oral.
Colocar escenas del más desafortunado erotismo no era la mejor manera de avisar a los fieles de los peligros que tienen que evitar para no caer al sexto mandamiento bíblico. Si lo hicieron con esa finalidad, lograron lo contradictorio.
En el relato del paraíso y el primer pecado (Gn 2, 15-17; 3) el jardín, la serpiente, la manzana…, son puros elementos literarios de historia ficción. El mensaje religioso es que Dios creó al hombre en estado de inocencia y felicidad, que perdió por el pecado, el pecado original, del que arranca la situación de dolor, de muerte, de inclinación al mal, que alcanza a toda la humanidad. Pero no todo está perdido. Al final, habrá solución para el ser humano.
Este es el mensaje que encierra la reja que labró el maestro jienense Bartolomé, para la capilla del canónigo Becerra.
Al entrar al claustro del templo; y observamos su arquitectura, podemos ver que los nervios de las bóvedas góticas, los arcos formeros y perpiaños descansan sobre capiteles, adosados al muro y a los pilares, en forma de canastilla con variados motivos decorativos: tallos, figuras de animales como becerros, bestias, escenas simbólicas. Etc. En muchos de ellos esta adosado el escudo del canónigo Becerra; impulsor de la construcción de este recinto y en uno las armas de la Colegial.
Entre unos de ellos, sobresale de modo especial, un capitel con motivos eróticos o sicalípticos. (Según se vea). Que se sitúa en uno de los pilares del claustro, en la nave oeste, antes de entrar al interior de la iglesia.
En la Edad Media y en el pro-renacimiento, se vivía rodeado de símbolos y misterios. La religión lo inundaba todo, pero el pueblo llano tenía sus vías de escape, como las fiestas profanas y el sexo. El amor y la sexualidad han estado siempre muy ligados a la naturaleza humana.
Así, en todas las culturas y civilizaciones han estado siempre, con distintas formas de representación estos motivos eróticos, la mayoría de las veces retando la voluntad de la propia iglesia católica. Siempre el arte o la literatura ha dado rienda suelta al sexo en muchas de sus variantes: bestialismo, incesto, poligamia y prostitución.
En el arte de la Edad Media, en los arcos de las portadas, en los capiteles, en ventanas y en columnas interiores suelen representase escenas sacadas de las Sagradas Escrituras. Que, a veces, se intercalan con seres sacados de las leyendas y mitos clásicos (sirenas y grifos).
A cambio, en canecillos situados en el alero del tejado y en algunos capiteles exteriores predominan escenas profanas: gente corriente, artesanos… e imágenes que no parecen las más adecuadas para adornar un templo de índole religiosa.
En nuestro caso, en el citado capitel de Santa María, podemos observar a dos seres fantásticos (una sirena y un mono) practicando entre ellos sexo oral.
Colocar escenas del más desafortunado erotismo no era la mejor manera de avisar a los fieles de los peligros que tienen que evitar para no caer al sexto mandamiento bíblico. Si lo hicieron con esa finalidad, lograron lo contradictorio.
2 comentarios:
¿Sabes que eres uno de los pocos comentadores (creo que el 4º que he encontrado) de las obras eróticas en lugares sagrados interesantes, independientes y osados? Te citaré en mi investigación con 1200 imágenes dibujadas por mí con similares explicaciones. Martín-Cano
Muchas gracias. un saludo
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