6 jun 2023

LOS DRAGONES EN LA BÓVEDA GÓTICA DE LA IGLESIA DE SAN NICOLÁS DE ÚBEDA.

 

Juan Ángel López Barrionuevo.


Dragones en los nervios de la bóveda de San Nicolás. Fuente propia


La iglesia de San Nicolás de Bari de Úbeda es un magnífico templo gótico de la segunda mitad del siglo XIV, aunque con infinidad de reformas renacentistas. Al levantarse extramuros -Situada al norte del casco urbano- y fuera de los principales circuitos turísticos hacen de ella una de las iglesias ubetenses menos conocidas.

Fue probablemente erigida hacia el tercer cuarto del siglo XIV, siendo posteriormente sometida a obras de remodelación en los siglos XV y XVI coincidiendo con el momento de mayor esplendor y bonanza económica de la ciudad.

Dispone de planta de tres naves separadas por arcos apuntados apoyados sobre pilares compuestos en los que descansan sus elegantes bóvedas de crucería nervadas. La cabecera, de planta poligonal, es la parte más antigua del templo. Abiertas a las naves laterales, cuenta con varias capillas adosadas durante La decimoquinta y decimosexta centuria, entre las que cabe ser destacada la del Dean Ortega, protegida por una excelente reja de forja de la escuela toledana obra de Juan Álvarez de Molina.

Los elementos más interesantes del templo son sus dos portadas, a través de las cuales, se aprecia perfectamente esa evolución de los últimos retazos del gótico final hacia un lenguaje ya plenamente clasicista.

Nave lateral izquierda, donde se sitúa los dragones. Foto de Diego J. Sola


La portada meridional, encargada por el Obispo Alonso Suárez en 1509, exhibe un refinado estilo gótico flamígero configurado a base de arquivoltas apuntadas y abocinadas entre pináculos y decoración de crestería. La occidental, sin embargo, mandada realizar tan solo medio siglo después (1564) a Pedro de Gorostiaga siguiendo planos de Andrés de Vandelvira, responde a un modelo ya plenamente renacentista.

 

Resulta que en una de las bóvedas de la iglesia de San Nicolás de Úbeda, se encuentra un secreto desconocido por el público que a diario la visita, me refiero a los dragones que hay pintados en los nervios de la bóveda, estos se sitúan sobre el actual altar de la Virgen de la Paz, en el primer tramo de la nave lateral izquierdo. Se trata de unas pinturas del siglo XV, muy poco usuales en iglesias. Por su aspecto fiero, estos personajes mitológicos han producido temor, pero también fascinación, ya que: …Los dragones tienen que tener dos sentidos. Uno, decorativo, con la cual el difunto muestra su poderío. Era una decoración muy típica en los siglos XIII y XIV, lo que ocurre es que se han perdido casi todos. Por otro lado, ya desde un punto de vista más simbólico, pueden tener una interpretación de fuerzas defensoras, bien de la iglesia, bien de los fieles, bien del difunto. Es decir, los dragones como una especie de animales protectores. Lo que indudablemente hay que descartar es que sean identificados como fuerzas del mal, entre otras razones porque ocupan la parte más noble de la iglesia y no pintan nada a finales del siglo XV. Aunque todavía queda por investigar

 


La figura del dragón no precisa tesis. Su palabra universal, “draco”, es entendida en todos los idiomas, y significa lo mismo siempre: esencia de “lo animal” como enemigo eterno del hombre. Los antiguos decían que era “el camino a través de todas las cosas”. Relacionado con el sentido de caos y disolución, todos los héroes clásicos y santos cristianos “vencen al dragón”. Cirlot en su “Diccionario de símbolos” le dedica varias páginas abundando en los muchos significados que sobre todo en Oriente, y en la China especialmente, tiene.

En Occidente fue siempre conocido y usado, como símbolo del mal, aunque con los siglos ese sentido fue cambiando. Decía de él San Isidoro, en sus “Etimologías”, que “El dragón es la mayor de todas las serpientes, e incluso de todos los animales que habitan la tierra” y aún añade para definirle que “está dotado de cresta, tiene la boca pequeña, y unos estrechos conductos por lo que respira y saca la lengua…”, aunque es evidente que nunca vió ninguno, porque decía de él que habitaba en Etiopía y en la India, viviendo al calor de los incendios que provoca.

La misión del dragón, en las culturas antiguas, era la de “guardar tesoros” (las manzanas de oro de las islas Hespérides, por ejemplo) y su poder letal y terrible venía de su omnipresencia, pues moraba tan pronto sobre la tierra, como en el aire, o en las aguas del mar. Con sus cola causaba tifones y tempestades. En suma, era la explicación de los sofocos y violencias de la Naturaleza.

El “Fisiólogo” (un bestiario primitivo del siglo II d. de C.) le consideraba el enemigo de los animales benéficos. Era el símbolo viviente, sobre la tierra, de las fuerzas animales del planeta, con las que debe enfrentarse el espíritu humano, para finalmente hallar el Tesoro del Bien, y la Salvación.

Fue muy utilizado como elemento decorativo en la Antigüedad, en la Edad Media europea (especialmente en el mundo anglosajón) y llega a ser figura habitual del arte románico, apareciendo en códices, esculturas de capiteles, pinturas murales… casi siempre en relación con la Bestia Apocalíptica del Evangelio de San Juan. De ese monstruo tenemos una interesante representación en la viga del coro de la iglesia alcarreña de Valdeavellano.

Pero a lo largo de los siglos le vemos evolucionar, al menos en el significado de sus manifestaciones gráficas, y alcanza a ser, en la Baja Edad Media e inicios del Renacimiento, un elemento claramente apotropaico, protector del templo en que se representa, y de los fieles que en él se refugian. Existen numerosos lugares, en la Europa occidental y área del Mediterráneo, en los que el dragón es profusamente representado pictóricamente en las bóvedas de capillas y templos. Adquiriendo un sentido protector, similar al que los hombres salvajes tienen, de espacios, emblemas, templos incluso.

Si se nos pregunta por el significado principal de tales representaciones podemos decir que, a juicio de los autores, el mensaje primordial de estas pinturas es transmitir la inquebrantable firmeza y solidez de los edificios protegidos con esta invocación representativa a estos seres que sostienen el templo cósmico de Dios en los Cielos y que aquí, en las distintas iglesias constituyen una garantía de subsistencia y de estabilidad.

 

Dragones en la bóveda de San Nicolás. Foto de Juan Moreno Balboa

Fuentes:

 

https://www.cronistasoficiales.com/?p=189981&fbclid=IwAR17hTTXsJS52c3fhANv9n468OlAOZ7CoV2Kkfv4RzdpMSrccafMecFZ2iM

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