La
cantería, que cuenta con una gran tradición histórica tanto en Úbeda y Baeza,
en las últimas décadas ha experimentado un resurgir motivado por la
restauración y rehabilitación de edificios históricos.
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Patrona de Benissa (Valencia) |
En
Úbeda, José Muñoz Moreno “Muros”, desde hace muchos años se dedica a este
oficio y realiza, en arenisca local o piedra de sillería, la talla de cualquier
tipo de piezas decorativas desde fuentes o columnas, hasta chimeneas o
esculturas. Gracias al buen hacer de este artesano ha llegado
hasta nuestros días esta maravillosa herencia del maestro cantero, dentro y fuera
de Úbeda.
Ya
que, este artista ubetense realizó a finales del año 2005, una obra en
altorrelieve representando la “Letanía Lauretana”. Dicha obra es para la
Catedral Neogótica de la Puríssima Xiqueta de Benissa (Valencia), lugar donde
se venera la patrona de la Villa.
Con una población de 9.821 habitantes,
Benissa es una villa turística perteneciente a la provincia de Alicante, en la
Comunidad Valenciana, a unos 70 Km. al noreste de la capital provincial.
Destaca su Lonja de la Contratación (gótica, S. XV), un convento franciscano
(S. XVI), el ayuntamiento (S. XVIII), la iglesia de San Pedro Apóstol. E
Iglesia de la Puríssima Xiqueta. De estilo neogótico. Se conoce también como la
"Catedral de la Marina" debido a la magnitud de sus dimensiones.
Acabó su construcción en el año 1929 y contó, en todo momento, con la
colaboración y esfuerzo de todos los benisseros. Benissa se asienta en una
sierra costera, posee playas y calas.
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José Muñoz “Muros”; para cometer dicho altorrelieve, ha utilizado la técnica “talla directa”; apoyándose en la particular pintura sobre la Letanía, realizada por Juan de Juanes en el S. XVI |
José
Muñoz “Muros”; para cometer dicho altorrelieve, ha utilizado la técnica “talla
directa”; apoyándose en la particular pintura sobre la Letanía, realizada por
Juan de Juanes en el S. XVI; dicha obra pictórica representa a la
patrona de Benissa. “Muros” con esta obra ha demostrado con su técnica y
agudeza que la artesanía entalladora ubedí, aún perdura en nuestra ciudad, con
la misma habilidad y maestría de nuestros antepasados.
Este
legado implantado en Úbeda, por artistas como Esteban Jamete. Convendría ser
explotado por los organismos competentes; para recuperar y mantener todo el
rico patrimonio escultórico que ennoblecen las innumerables fachadas de los
monumentales inmuebles que se alzan en el Casco histórico de la ciudad.
Los principios de las letanías en
general se remontan a los primeros siglos de la cristiandad.
Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles y que
se rezaban sobre todo en procesiones. Si bien al umbral, eran dirigidas sólo a
Dios (en súplicas) se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre
todo a la Virgen María (en intercesiones) usadas a partir del S. VII.
En la liturgia oriental se usaron
desde el S. III. La composición de letanías marianas se hicieron en base a las
generales y a la de las letanías de los Santos, en éstas se invocaba a María de
3 modos: Sancta María, Santa Dei Genetrix y Santa Virgo Virginum. A lo cual
siguió una serie de reflexiones y elogios de los santos padres orientales que
constituyen el germen de las futuras letanías marianas.
El origen halló ambiente en la
popularidad del Oficio de la Virgen Santísima que se cantaba en algunos
monasterios. Este "Oficio" no era fijo y tenía variaciones según la
orden religiosa que lo cantaba; estas variaciones fueron abolidas por Pío V cuando
estableció el "Oficio Parvo de la Virgen" reformado. Lo cierto es que
entre las variantes que existían habían ciertas letanías que se parecían a las
futuras Lauretanas.
Las más antiguas letanías a María
propiamente dichas se encuentran en un códice de Maguncia del S. XII
titulado Letanía de Domina Nostra Dei genenetrice Virgine Maria. Ora valde
bona, cotidie pro quacumque tribulatione dicenda est, con alabanzas largas y en
cada verso repitiendo el Sancta María.
En el siglo XV y XVI las letanías
marianas empezaron a multiplicarse. Por el año 1500 fueron creadas una
serie de letanías en el santuario de Loreto hechas para el lugar. Hacia
1575 surgen unas
nuevas letanías lauretanas conocidas como "modernas" con alabanzas
puramente bíblicas, que se hicieron tan populares que las primeras versiones
fueron pasadas a segundo plano. Sixto V las aprobó en 1587 e incluso les dio
indulgencias. Hacia el S. XVII la situación se hizo exagerada, en Loreto se
tenía una letanía para cada día de la semana y no era el único caso. En 1601, con el decreto Quoniuam
multi del 6 de septiembre, el Papa Clemente VIII prohibió todas las letanías que
existían con excepción de las incluidas en el Misal y el Breviario y también
las del santuario de Loreto, aquellas letanías ya eran llamadas como lauretanas.
Paulo V, en 1503, ordenó que se cantasen en la basílica romana de Santa María La Mayor en festividades de la
Virgen María. Los dominicos en 1615 ordenaron que se recite en todos sus conventos después de
sus oraciones de los sábados.
Con el tiempo se han ido añadiendo más
títulos a ellas, como León XIII quien añadió "Reina del Santo Rosario",
y "Madre del Buen Consejo", Benedicto
XV añadió "Reina de la paz", Pío IX el "Reina
concebida sin pecado original", Pío XII en
1951 "Reina asunta al cielo", Pablo VI el
"Madre de la Iglesia" y "Rosa Mística" y Juan
Pablo II “El Grande” incluyó el "Reina de las Familias".
El uso de los símbolos ha sido muy
fecundo en las Bellas Artes, sobre todo en los temas religiosos como recurso
para expresar la espiritualidad por medio de la materia, acercando a la
sensibilidad humana determinados conceptos o ideas.
En cuanto a la pintura, el ejemplo más
antiguo de Inmaculada rodeada de emblemas marianos se encuentra en la iglesia
de Artajona (Navarra) y es de 1.497. Así la pintaron posteriormente, entre
otros muchos, Pacheco y Zurbarán rodeada de numerosos símbolos, que así es como
gusta mostrarla nuestros artitas. Otros símbolos frecuentes en la Letanía
Lauretana, a saber: Estrella del Mar, Puerta del Cielo, Espejo sin mancha,
Torre de David, Huerto Sagrado, Escalera de Jacob, Pozo de Sabiduría ......
A excepción de esta reciente
obra que tratamos del ubetense entallador José Muñoz “Muros”; sobre los motivos
que podemos ver en las Letanías, el espejo, la rosa, la torre, la casa, el arca
y la estrella son, al mismo tiempo, invocaciones de la Letanía Lauretana y
emblemas que se encuentran en los cuadros de la Inmaculada; la fuente, la
palmera, el pozo y las azucenas, sólo lo hemos visto figurar en las pinturas.
La Puerta que expresaría el papel
mediador de María en la Salvación, como escalera de Jacob y puerta del cielo, o
antesala de la ciudad de Dios. Iconografía preconcepcionista, en donde el arco
de medio punto evoca la puerta de Jerusalén. Los dos acuáticos (la Fuente y el
Pozo de aguas vivas, atributos de la virginidad y de notorias connotaciones con
la sabiduría). La Torre es otra de las
invocaciones marianas, "Torre de David", Turris Davidica, metáfora
aplicada a la Esposa y también con implicaciones sobre la virtud de la
fortaleza.
El
Espejo, "Espejo de Justicia", Speculum Iustitiae, es una invocación
de la Letanía Lauretana. En la encíclica Redemptoris Mater hallamos esta
expresiva afirmación acerca de la Virgen: "Entre todos los creyentes es
como un espejo, donde se reflejan las maravillas de Dios", basada en el
Libro de la Sabiduría 7, 26: "La sabiduría es el resplandor de la luz
eterna y espejo inmaculado de la actividad de Dios y una imagen de su
bondad". Cuando se la invoca como espejo de justicia queremos expresar que
en ella se refleja la santidad divina, es decir, la perfección, pues el
lenguaje bíblico identifica justicia con perfección. Y un objeto simbólico: el
Espejo, espéculum sine mácula, alusivo a la larga vida, con formato oval de
elegante diseño.
La Palmera aparece citada en el
Eclesiástico 24,14, junto con otras variedades de árboles, como elogio de la
Sabiduría: "Crecí como cedro en el Líbano y como ciprés en las montañas
del Hermón. Crecí como palmera en Engad, como magnífico olivo en la
llanura…". Los árboles, siempre verdes y con vida, proporcionan un toque
de esperanza de salvación. La liturgia aplica este pasaje a la Virgen María y
así encontramos la palmera en el repertorio iconográfico en torno a la Inmaculada.
Un arbóreo –si prescindimos de la Palmera como antes he explicado- que es el
Ciprés, expresivo de las nociones de triunfo y de victoria, aparte de ser
distintivo en la época medieval de la castidad. Se encuentran asimismo floreros
y otros motivos florales. Las Azucenas, por su nítida blancura, son alusivas a
la condición virginal de la Madre de Dios y a su concepción libre de toda
mancha. Las azucenas y otras flores, sobre todo los lirios, por su belleza son
figuras de la belleza espiritual de María.
La Rosa como emblema mariano fue
arraigando especialmente en la Edad Media, aunque ya antes, a partir de los
textos bíblicos, se acude a la mención de esta flor para expresar diversos
conceptos de orden espiritual. Así, en el Eclesiástico 24,14, la Sabiduría,
imagen de María, se refiere a sí misma con la siguiente expresión: “Crecí cual
brote de rosa en Jericó...” San Buenaventura, en su obra La vid mística,
presenta la rosa como figura de la caridad. La rosa suela llamarse “la reina de
las flores”, y es símbolo de la caridad porque ésta es la reina de las
virtudes. En la Letanía Lauretana se invoca a la Virgen como "Rosa
Mística". Por otro lado, MARIA -obra maestra de la creación- lleva un
manto azul que es como la vela de una nave, y simboliza el viento del Espíritu
Divino. Se la rodea de distintas flores: rosas como símbolo de maternidad, y
azucenas como símbolo de pureza.
El Arca de la Alianza, Foederis Arca,
era el más sagrado tesoro del pueblo de Israel. Contenía recuerdos tan
significativos como las Tablas de la Ley, la urna del maná y la vara de Aarón,
hermano de Moisés, que había florecido de forma maravillosa; era, asimismo,
memorial de la alianza de Dios con el pueblo de Israel. Máximo, obispo de
Turín, establece a finales del siglo IV el paralelismo entre el Arca de la
Alianza y la Virgen María: "Pero, ¿qué es el arca sino Santa María?, pues
si el arca contenía las Tablas del Testamento, María llevó en su seno al
heredero del Antiguo Testamento. Aquélla tenía la palabra de Dios, ésta, el
Verbo mismo". El patriarca Modesto de Jerusalén, restaurador de la iglesia
de Monte-Sión y de otros santuarios de la Ciudad Santa que habían sido
destruidos por los persas, compara el arca, fabricada de madera incorruptible,
con María, preservada de la corrupción del sepulcro.
La Estrella, en la Letanía Lauretana
"Estrella de la Mañana", Stella Matutina, expresa simbólicamente la
esperanza de quien aguarda la llegada del día después de las tinieblas de la
noche. Diversos pasajes de la Biblia presentan a las estrellas como guías. El
más conocido de todos es el de los Reyes Magos que fueron a adorar a Jesús
guiados por una estrella. San Buenaventura nos dice: "La estrella
superior, que es la bienaventurada Virgen, nos conduce a Cristo". Muchos
otros textos de escritores eclesiásticos se refieren a María como
"Estrella del Mar" y así se manifiesta también en el repertorio
iconográfico en torno a la Inmaculada. En ambas advocaciones el significado es
el mismo.
El sol y la luna se corresponden con
dos de los tres símbolos (el otro es la corona de doce estrellas) con que San
Juan describe la terrible visión de la nueva Eva. La verdad es que solo sería
apocalíptico el Sol –resplandeciente en parangón con la belleza de la Virgen- ,
pues la luna no se corresponde exactamente con el de la luna creciente
–normalmente como peana de sus pies- que
aparece en el altorrelieve sería análoga a las que más tarde aparece en las
figuras de la Pulcra, junto a los restantes símbolos que evocan la pureza de
María, basados en el Cantar de los Cantares y que en el siglo XVI se
convertirían en la Letanía Lauretana, en la que coinciden asimismo los símbolos
celestes. Esta media luna simboliza también la sucesión de los días, las
estaciones y apocalípticos.
La mayoría de estos elogios son bellas
expresiones tomadas del Eclesiástico, Cantar de los Cantares, Sabiduría, y
otros libros del Antiguo Testamento, si bien, en los libros citados, no se
refieren a la Virgen. Con el paso de los tiempos, la liturgia o la tradición se
los han ido aplicando a la Madre de Dios, en estos repertorios de alabanzas y
plasmados por los pintores en las representaciones iconográficas de la
Inmaculada. Todos los demás son emblemas marianos, representaciones plásticas,
a manera de metáforas visuales, advocaciones de la Virgen María, como homenaje
a su belleza espiritual y compendio de todas las virtudes.
[1] La pintura
inmaculista de Juan de Juanes, y la más famosa (fig. 5), fue realizada para el
colegio jesuita de San Pablo en Valencia, después de la aparición de la Virgen
al padre Martín Alberro (muerto circa 1576-77). Muestra a la Virgen rodeada de
nubes y de pie sobre la luna creciente en una actitud no semejante al cuadro de
su padre, sino que, a diferencia de éste, la Virgen mira al espectador. Los
atributos son iguales, y su repartición parece seguir argumentos estéticos
relativos a la composición del cuadro. La técnica utilizada por Juan de Juanes
es la del sfumato, que revela la influencia que recibió cuando estudio en
Italia, más probablemente en Venecia
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