16 abr 2024

El Desaparecido Retablo de la Capilla de El Camarero Vago

 Juan Ángel López Barrionuevo.

Arsenio Moreno, que estudió el retablo en profundidad en su libro Úbeda renacentista, demostró hace unos años la presencia de este relieve en la sacristía de la iglesia de San Pablo de Baeza, en donde fue trasladado tras la Guerra Civil como consecuencia de una confusión a la hora de devolver la obra a su lugar de origen una vez finalizada la contienda.


Tratare sobre el Retablo desaparecido, de la Capilla del Camarero Francisco de Vago, que se sitúa en la iglesia de San Pablo,.

San Pablo de Úbeda, es una Iglesia dotada de gran significación histórica, pues hasta el siglo XV fue el lugar en el que se reunía el Concejo y en el que se custodiaban las certificaciones de linaje de la nobleza de la ciudad. A la fundación original, del siglo XIII, se deben la organización del trazado de su planta, de tipo basilical con tres naves y cabecera poligonal, y la portada tardorrománica de Los Carpinteros. Tras ser arrasada en el siglo XIV, su alzado general se reconstruye durante el XV y el XVI en estilo gótico.

En el XVI se le incorporan, también, la portada principal, la torre plateresca y una serie de elementos vinculados al carácter celebrativo del espacio urbano en que se encuentra: una galería corrida en la fachada, desde la que se podían contemplar los acontecimientos públicos desarrollados en la plaza, y la fuente monumental adosada al exterior del ábside, como exponente conmemorativo en pleno centro mercantil de la ciudad renacentista, de las obras públicas promovidas por el Concejo. En el interior se conservan excelentes muestras de rejería renacentista, destacando la de la Capilla del Camarero Vago; también llamada de Las Calaveras por su remate en la parte alta. Es una de las capillas más impresionantes de San Pablo, fundada en la primera mitad del siglo XVI por Don Francisco Vago camarero y servidor del Obispo Don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce del que hemos hablado en varias ocasiones. Es plenamente plateresca y hoy tan sólo voy a poner unas imágenes que pueden dar una idea de su belleza. Añadir, por último, que la reja, de muy buena factura, es de Juan Álvarez de Molina decorada con la heráldica del fundador que nos viene a indicar hasta qué punto este hombre era seguidor y admiraba a su obispo.

El desaparecido retablo de la Capilla del Camarero Vago de la Iglesia de San Pablo

 

Vamos a adentrarnos en la capilla que tenía elementos importantes y que se perdieron en su tiempo como el retablo, se trataba de un retablo plateresco, desaparecido en 1936, y realizado en 1538 -a juicio de Camón Aznar- por artistas italianos. No obstante, desconocemos la identidad de sus artífices ya que no ha sido posible hallar el contrato en que dejaron estipuladas las condiciones respecto al material traza, iconografía precios y el plazo de entrega.

La composición, trazas y medidas de las maderas, debieron correr a cargo de un maestro ensamblador o de un <arquitecto> denominación que también solía aplicarse al primero. Las trazas no son monumentales, pues se adaptan a las reducidas dimensiones de la capilla. El escaso realce y la poca claridad de sus líneas arquitectónicas configuran el marcado horizontalismo de sus cuerpos. De esta forma, nos encontramos ante un típico retablo plateresco, fragmentado en un tradicional sistema de casillero, y compuesto de un pequeño banco, cinco calles y dos cuerpos.  

El esquema general tiene forma de rectángulo vertical, y la planitud del fondo del retablo resulta compensada mediante el resalte de sus extremos a modo de entablamento, sostenidos por dos grandes columnas abalaustradas que abarcan ambos cuerpos. Este recurso, además de conferirle un sentido de profundidad, logra unificar todo el conjunto. Finalmente, el remate del retablo, estaba formado a modo de tímpano semicircular[1].

José Manuel Almansa, acerca de este retablo de la Capilla del Camarero Vago, lo atribuye a Juan de Reolid, quien lo ejecutaría hacia 1545, y nos lo describe de esta manera, … el retablo estaba constituido por dos cuerpos horizontales y coronado con un ático semicircular. Esos cuerpos estarían subdivididos en cinco calles enmarcadas por columnas abalaustradas, ubicándose dos nichos en los cuerpos laterales[2].

 

La calle central del primer cuerpo, ubicada sobre un friso de grutescos, mostraba un relieve del Santo Entierro de Cristo, acompañado por dos sibilas de bulto redondo ubicadas en hornacinas. A la izquierda se ubica una imagen de la Caridad, representada con su iconografía clásica, y a la derecha habría de ubicarse la imagen de la Justicia, siguiendo el esquema de la portada principal de la capilla. En la calle central del segundo cuerpo aparece una tabla que representa a la Virgen con el Niño, y a la izquierda, tras otra tabla de difícil identificación, aparece un Thanatos cobijado en una hornacina, es decir, un niño sosteniendo una calavera, que debió acompañarse en el lado de la derecha por un Eros. Se remataba el retablo con un semitondo en donde se representaba a San Ildefonso, al cual le estaba consagrada la capilla…

 

Como curiosidad, el relieve del santo entierro de Cristo, es el único trozo superviviente de este retablo, y que curiosamente se halla en la sacristía del baezano templo de San Pablo[3].

Acerca de este relieve del Santo Entierro, del que anteriormente hemos hablado, único resto existente del retablo de la Capilla del Camarero Vago, fue expuesto en el año 2000, en una importante exposición realizada en la metropolitana catedral del Santo Reino, se ubicó en un principio sobre el dintel de la puerta que da acceso a la sacristía del citado templo baezano

Lástima que tras terminar la citada exposición, ningún ubetense reclamase la devolución de este relieve al patrimonio escultórico de Úbeda. Pero, en fin, es otra historia… -

 

 




Es falso que todas las obras del patrimonio ubetense desaparecieran en esa gran hoguera realizada en la tarde del 26 de julio de 1936[4]. Muchas piezas se conservaban en su ubicación original hasta fechas avanzadas de la contienda; de hecho, en 1938 tenemos el informe particular realizado por Miguel Campos Ruiz en donde habla de un gran número de obras y del estado de conservación de nuestros templos (haciendo especial hincapié en los bienes de la Capilla del Salvador). Sin embargo, parece que a partir de este momento se incrementa la rapiña y el interés de ansiosos coleccionistas por poseer pinturas y esculturas de especial valor artístico. Agustín Palacios Martínez[5], nos dice los siguiente: Al principio de la guerra se trató de hacer un museo en el Palacio del Marqués de la Rambla para que se depositase el material y enviarlo a Madrid; pero lo asaltan. Mientras, Miguel Campos Ruiz y otras fuerzas vivas quieren fundar un museo en San Nicolás, pero no le pueden quitar a los esparteros esta iglesia y, por ello, lo esconden a las espaldas del El Salvador, con unos estadillos que aparecerán cuando acabe la guerra, faltando alguno…

Miliciano republicano monta guardia ante el altar de la Virgen de la Paloma en Madrid 1939 (foto:Vidal) Al parecer no todos los republicanos se dedicaban a quemar iglesias y destrozar vírgenes, curiosa imagen


Para el franquismo, la República era la enemiga del patrimonio cultural y de la religión, estaba controlada por los "rojos" y en su territorio dominaba la barbarie, el caos, la iconoclasia y el robo de los bienes patrimoniales. Sin embargo, esta acusación, que mantendría con insistencia machacona durante toda su existencia, escondió durante décadas la labor de salvaguarda republicana de las obras de arte y su destino en la inmediata posguerra. 

Una investigación sobre las devoluciones del patrimonio artístico español durante la posguerra saca a la luz la diáspora de las obras que se dio por parte del régimen franquista. Miles de ellas entregadas en depósito a diferentes instituciones, la falta de un inventario estatal hace imposible su localización actual.

 

¿Qué hizo el franquismo con los miles de obras custodiadas o evacuadas por la República durante la guerra? Esa es la pregunta que ha resuelto Arturo Colorado Castellary en su libro:  Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista de Arturo Colorado[6].

En este minucioso estudio da buena cuenta de cómo la devolución del patrimonio artístico español realizada por el régimen terminó con la desviación de multitud de obras que jamás fueron devueltas a sus dueños legítimos. Entre los agraciados, diferentes organismos (civiles y políticos, militares, culturales y centros educativos), pero también la Iglesia, con un patente trato preferente, y algunos particulares que no dejaron pasar la oportunidad de beneficiarse del momento.

 

La Iglesia española, la gran beneficiada durante la posguerra. Según el estudio, 3.761 piezas artísticas fueron entregadas en depósito a 35 museos, 2.330 a organismos, y 2.040 a la Iglesia. Esta última institución, erigida como baluarte moral del régimen franquista, tuvo un trato preferente en cuanto a las devoluciones. El propio Colorado lo define como una compensación a la Iglesia por las múltiples pérdidas ocasionadas durante la Guerra Civil por la "barbarie roja", cuya "propaganda franquista en este sentido ha dejado una huella tan profunda en la mentalidad española que, en principio, a muchos podría parecerles justificado este trato preferente por parte del Sdpan.

Por otra parte, la Iglesia también obtuvo un regalo de los nazis, que quisieron compensar los daños que habían sufrido durante la guerra. "Les entregaron un conjunto importante de piezas procedentes de Polonia, fundamentalmente orfebrería religiosa. Fue otra manera más de materializar la colaboración entre el nazismo y el franquismo", explica Colorado.

En última instancia, se puede considerar que las entregas de las obras de arte por parte del franquismo fueron el botín de guerra del que se adueñó tras su victoria. En muchos sentidos, este expolio franquista tiene paralelismos indudables con el realizado por los nazis en los mismos años. Es el arte como botín de guerra.

Fotografía de 1940 de los agentes franquistas del Sdpan en el depósito de Castellón, en la iglesia de la Casa de la Beneficencia, donde ase localiza la «Virgen de Cabanes»,



Bibliografía Consultada:

La Capilla Del Camarero Vago de Úbeda. Arte e Historia de Una Fundación. Francisco Jesús Amate Deblas. CajaSur. 1998.

EL ASALTO A IGLESIAS Y CONVENTOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN ÚBEDA. Agustín Palacios Martínez. Trabajo Inédito. 2015

Arte, botín de guerra. Expolio y diáspora en la posguerra franquista de Arturo Colorado. (2021)

La Guerra Civil y el patrimonio ubetense. José Manuel Almansa Moreno.

Fotografías Gentileza:

Jose Luis Latorre Bonachera.

José Manuel Almansa Moreno.

Vidal.

 



[1] La Capilla Del Camarero Vago de Úbeda. Arte e Historia de Una Fundación. Francisco Jesús Amate Deblas.

[2] Arsenio Moreno, que estudió el retablo en profundidad en su libro Úbeda renacentista, demostró hace unos años la presencia de este relieve en la sacristía de la iglesia de San Pablo de Baeza, en donde fue trasladado tras la Guerra Civil como consecuencia de una confusión a la hora de devolver la obra a su lugar de origen una vez finalizada la contienda.

[3] En donde fue trasladado tras la guerra civil, como causa de una confusión a la hora de devolver la obra a su lugar de origen una vez finalizada dicha contienda.

[4]  Por Agustin Palacios Martínez, sabemos que Úbeda durante este período no tuvo frentes de guerra, puesto que ambos se encontraban en Alcalá la Real y en la provincia de Córdoba, respectivamente. Por lo que tratará de contarnos cómo fue la vida “normal”, sin un frente de guerra…

Comienza el 18 de julio de 1936 con calor y miedo. La gente se echa a la calle para defender la República (especialmente, muchas personas del campo) y para que Úbeda se quede en manos republicanas, empezando a coger resistencia en la ciudad, aunque el secretario Barrios y un montón de gente del Frente Popular se viera desbordada…

En Úbeda muere gente de uno y otro bando. Aclara que la Guardia Civil obedecía las órdenes del gobierno en un primer momento y tuvo un protagonismo alto, mientras que la población de derechas (o no afecta a los republicanos) se encontraba desarmada…

Seguidamente, refiere el asalto a iglesias y conventos. No nombrará a todas las iglesias, aunque sí especialmente a algunas, como la de El Salvador, mientras que la UGT se opone a la CNT, remitiéndolos al ayuntamiento para dilatar el asalto que luego finalmente se producirá. También entran y saquean la iglesia de Santa Clara, donde se metieron los refugiados; mientras que en San Nicolás estaba el gremio de esparteros; San Millán fue establo de animales; Santa María, de refugiados; y el Hospital de Santiago se compartió y amplió para los enfermos…

Con la documentación que ha ido viendo nuestro conferenciante, comprueba que se queman imágenes, libros de misa, ropas, se derriban las campanas…; viendo la prensa “Vida Nueva” concluye que las autoridades permiten que las turbas se fogueen quemando iglesias antes que a personas; aunque antes de su destrucción se logran sacar lingotes de oro y otros productos, afirmando que el frente popular no se queda con nada y que lo remite todo al gobierno republicano de Valencia. Hay que tener en cuenta que no se destruye todo: los bancos de iglesia sirvieron para las escuelas; lo que sí queman son las sillerías con el fin de tener más espacio…

Al principio de la guerra se trató de hacer un museo en el Palacio del Marqués de la Rambla para que se depositase el material y enviarlo a Madrid; pero lo asaltan. Mientras, Miguel Campos Ruiz y otras fuerzas vivas quieren fundar un museo en San Nicolás, pero no le pueden quitar a los esparteros esta iglesia y, por ello, lo esconden a las espaldas del El Salvador, con unos estadillos que aparecerán cuando acabe la guerra, faltando alguno.

Nos habla de la columna del general Miaja que viene desde Albacete y pasa por Úbeda, procesionando las tropas por la calle Trinidad, General Saro, Mesones y Paseo del León para inyectar moral al pueblo. Y cuenta una anécdota interesante, revelada por Antonio Millán Sánchez: mientras que los soldados estaban divirtiéndose, se pierden las llaves de contacto de los camiones, porque las roba un niño y las tira al pozo de su casa como represalia por tener a su padre preso; por lo que la comitiva militar tarda en volver a emprender la marcha ya que necesitan coger mecánicos que puenteen los motores para volverlos a arrancar.

La noche del 30 al 31 de julio del 1936, la policía estaba protegiendo la segunda cárcel de Úbeda que se encontraba en “La Casilla”, bajo el reloj, mientras que un grupo de incontrolados asalta la cárcel de la Avenida de la Libertad y mueren 50 personas… La segunda noche pretendían asaltar “La Casilla”, pero las mismas fuerzas republicanas logran meter a los presos en un camión, trasladándolos a Jaén para que allí fuesen defendidos.

Se prohíbe a la gente que hable de la guerra y del asalto a la cárcel y se retiran las radios; también se incautan de forma legal pisos o casas, alegando diversas funciones o excusas: acuartelamiento, refugiados…

Nos habla de la XXV Brigada Mixta que contaba de un batallón de voluntarios de Úbeda, Batallón Stalin de Baeza, etc., y que tenía cuatro batallones, y contaba con muchos servicios: ferreteros, ametralladoras, motoristas y ciclistas, etc. Tenía un peso específico en la guerra civil, aunque iban sin preparación militar, pues con un poco de instrucción ya estaban listos para el frente de Córdoba, Alcalá la Real y Alcaracejos, para luchar contra la formación de Queipo de Llano y así alargar la guerra. El objetivo era frenar el avance de las tropas franquistas, pues se pensaba que Queipo de Llano iba a conquistar Córdoba y Jaén; pero este objetivo se frustró y el ejército nacional tuvo que virar hacia Extremadura.

A Pozoblanco se le conocía como “Pozonegro” por los cientos de ubetenses que murieron en los combates y los cientos de heridos que trasladan al Hospital de Santiago, muriendo allí (también) mucha gente.

La XXV Brigada Mixta funcionó hasta combatir en Levante. Estaba en donde antes se ubicaba el Banco Hispano Americano, hoy Banco de Santander, en la Corredera de san Fernando, y también en la Casa del Jodeño. En Úbeda, se instalaron como campamento militar con varias unidades de caballería, carros de combate, cuerpo de carabineros, campo de aviación en el Donadío… A todos estos militares, la población tenía la obligación de mantenerlos. También estaba en Úbeda la División del IX Cuerpo de Andalucía, que mandaban los militares soviéticos, pues eran los que organizaban el ejército.

Y el conferenciante llega a preguntarse: «¿Por qué Úbeda no se bombardeó…?». Aunque hay alguna leyenda popular al respecto, en realidad la razón de que no se bombardee nuestra ciudad en los primeros momentos ni después, tanto por el ejército popular como por el nacional, es que se utilizaban las bombas para los frentes de combate y no se malgastaban en la retaguardia; aunque sí se bombardeó la estación Linares-Baeza, puesto que era un nudo ferroviario importante donde llegaban y partían militares y ejército. Menos mal que no llegó a producirse ningún bombardeo en nuestra ciudad, porque con los refugios tan mal hechos que disponía hubiera sido horrible la matanza que se hubiese producido. Y trae a colación alguno de ellos: Refugio del Mesón Gabino, Ayuntamiento, Trinidad con una gasolinera al lado, etc. ¡Tuvimos suerte al no ser frente y que por eso no nos bombardeasen!

 

[5] EL ASALTO A IGLESIAS Y CONVENTOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN ÚBEDA. Agustín Palacios Martínez. Trabajo Inédito.

 

[6] aborda, tras largos años de investigación, la controvertida cuestión de qué ocurrió con las obras de arte salvadas, evacuadas o depositadas en lugares seguros por la República durante la Guerra Civil (1936-1939) y cuál fue su destino en la inmediata posguerra franquista (1939-1945).

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