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Casa de los Salvajes Úbeda. De 1913, y de Enrique Romero de Torres. |
El “hombre salvaje” en Úbeda.
Juan Ángel López
Barrionuevo
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Salvaje. Portada del colegio de San Gregorio de Valladolid, h. 1499 |
El “hombre salvaje” como
habitualmente se le denomina en la historiografía del arte, es en realidad una
figura puramente mítica, una invención literaria y atractiva de la imaginación
medieval. Nacida de una idea muy elaborada acerca de las capacidades humanas en
sus dimensiones morales, pero luego rehecha y, como todo lo puramente literario
e inventado, adscrito a significados distintos, cuando no contradictorios.
La apariencia física del «hombre
salvaje» es muy similar en todas sus representaciones: un hombre desnudo,
cubierto de denso pelo el cuerpo entero, a excepción de la cara y los pies, y
la «mujer salvaje» lo mismo, con sus pechos también despejados de pelo.
En sus inicios era también
gigantesco, aunque este hecho se tenía por equivalente de estupidez, y por ello
pronto perdió esa característica, reduciendo su escala.
Se le creyó originario de
regiones alpinas, frías y salvajes, como el Tirol, el Harz y Algau, o los
bosques de Wallis en Suiza.
En sus inicios era tenido por un
ser brutal, primitivo, agresivo, violento, dotado de ingenio, fuerza y una gran
maza.
En un principio sirvió como
expresión gráfica y estética del ser «antisocial» e «incivilizado», contrapunto
del hombre perfecto, civilizado. Servía para expresar esa fuerza que la
Naturaleza tiene, generalmente manifestada en sus accidentes meteorológicos,
incontrolables, destructivos. Esa Naturaleza malvada y enemiga se representaba
en el «hombre salvaje».
+ Salvajes
El salvaje es un ser fantástico
cuya iconografía se fragua en los siglos XII y XIII, apareciendo ya en el XIV,
hasta triunfar en el siglo XV, prolongándose su presencia en el XVI.
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_Salvaje_en_la_fachada_del_palacio_del_Infantado_en_Guadalajara |
Se concibe como un ser, a medio
camino entre el hombre y la bestia, que vive al margen del mundo civilizado en
el bosque. Este es visto como un lugar peligroso habitado por gente
proscrita.
Su cuerpo peludo y fuerte, con
largos mechones y barba, le dan un aspecto de fiera y representa las pasiones
que el hombre tiene que dominar o el enemigo al que el caballero tiene que
derrotar en defensa de la dama y ponerle a su servicio como tenante de escudos
o guardián de puertas, dada su fortaleza.
En los desfiles que precedían a
los torneos era costumbre que personas disfrazadas de salvajes desfilaran con
los escudos de los caballeros que iban a competir y que los llevaran hasta los
heraldos y farautes encargados de examinar los blasones de los contendientes.
Esto nos explica la presencia de salvajes como tenantes de escudos.
Los «salvajes» en la
arquitectura ubetense
En la arquitectura local de
finales del siglo XV y durante todo el siglo XVI es habitual encontrar a estos
extraños seres custodiando el escudo de las familias nobiliarias ubetenses.
Figuras rudas y mitológicas que son vistas como defensores del clan familiar.
Por su primitiva apariencia, indican al visitante foráneo que el origen de su
linaje se pierde en la noche de los tiempos. Que su ascendencia se remonta al
inicio de la humanidad…
Los llamados «salvajes»
simbolizan también la sumisión inquebrantable con la noble estirpe que
representan, ciñendo gruesas cadenas en la cintura y grilletes en los tobillos.
Son seres invencibles y están al servicio de los nobles señores que habitan tan
distinguida residencia.
Los hombres salvajes aparecen con
armas como la porra, muy típica en ellos, y un alfanje, aunque en realidad la
espada les está vedada. Las mujeres salvajes, por el contrario, tienen un
aspecto un tanto delicado y nada horroroso, bastante lejos de las grotescas
representaciones medievales
Nuestro recorrido por la
representación de la figura del salvaje en la ciudad de Úbeda debe iniciarse
por la Casa de los Salvajes, obra edificada en la primera mitad del s. XVI, y
que perteneció a D. Francisco de Vago, Camarero del Obispo D. Alonso Suárez de
la Fuente del Sauce, Así, los salvajes que se encuentran encadenados al escudo
simbolizan el vicio sometido a la virtud representada en este caso por la
heráldica del obispo al que sirvió el Camarero Vago, D. Alonso Suárez de la
Fuente del Sauce. De esta forma las desmedida pasión e inmoralidad proyectada
por la salvaje queda completamente subyugada al lema que presenta el escudo. La
exégesis del salvaje como vicio ya aparece formulada en el poema ascético
humano la Psico maquia redactado por el cordobés Prudencio en el s. IV d.C., y
en donde se escenificaría un combate entre vicios y virtudes
Un segundo ejemplo lo hallamos en
la Portada del Caballerizo Ortega que pertenecía al palacio de D. Cristóbal
Ortega, Regidor de Úbeda, Caballerizo del rey Felipe II, y que contrajo
matrimonio con Dña. Ana de Sarmiento. La interpretación de los salvajes es
similar a la anteriormente manifestada con la Casa de los Salvajes, a pesar de
un menor pronunciamiento alegórico-moral en este caso a causa de la ausencia de
lema o inscripción en la heráldica familiar.
Y por último ejemplo, La Casa de
las Torres
Situada frente a la recientemente
rehabilitada iglesia de San Lorenzo, el Palacio de los Dávalos, popularmente
conocido como Casa de las Torres, fue mandado edificar hacia 1520 por el
Corregidos y caballero santiaguista Andrés Dávalos de la Cueva sobre el solar
en el que se asentaba la morada de su antepasado Ruy López de Dávalos, Tercer
Condestable de Castilla entre 1400 y 1423.
Se trata de un magnífico ejemplo
de alcázar urbano en el que se conjugan a la perfección la solidez propia de
una fortaleza medieval con el refinamiento estético clasicista que
"explosionó" durante esa "Edad de Oro" económica y cultural
que fue para la ciudad de Úbeda todo el siglo XVI.
Al exterior, el interés se
concentra en su monumental fachada plateresca, enmarcada en dos potentes
torreones cúbicos y estructurada tres calles verticales y otros tantos cuerpos
en altura.
En el primero de ellos se abre la
portada de medio punto dovelada con bustos laureados en sus enjutas. En el
segundo, separado por una bellísima cornisa ornamental, se despliega un frontón
semicircular que abraza el escudo de la familia Dávalos sostenido por dos
salvajes, abriéndose en las calles laterales sendas ventanas abalaustradas
coronadas por frontones avenerados.
Para el último de los cuerpos se
trazó un segundo frontón -esta vez triangular- rodeado de un sinfín de motivos
decorativos en relieve típicamente clasicistas como candelieri, grutescos,
motivos heráldicos, zarcillos, veneras, etcétera. Remata la fachada un alero en
voladizo enriquecido con originales ornamentos de crestería y un conjunto de
gárgolas.
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Casa del Caballerizo |
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Casa de los Salvajes |
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Casa de las Torres |
Fuente;
ALEGORÍA Y MITOLOGÍA EN ÚBEDA
Y BAEZA DURANTE EL RENACIMIENTO POR JOAQUÍN MONTES BARDO
https://www.arteguias.com/jaen/ubeda.htm
La iconografía del salvaje. ejemplos plásticos en la ...
JOSÉ MIGUEL GÁMEZ SALAS