8 nov 2010

ÚBEDA; UN BUEN EJEMPLO DE ARTE ISABELINO EN LA IGLESIA DE SAN PABLO.



Detalle de la Capilla del Encaje en 1910. (Foto Universidad de Sevilla).


Las exclusivas del gótico isabelino se basan fundamentalmente en la parte escultórica o de decoración arquitectónica. Las estructuras no se modifican, básicamente las normas constructivas hasta aquí ejercidas. Es lo decorativo que adquiere una suprema valoración en las edificaciones sujetas al canon isabelino.

Puede decirse que el fondo organizado del estilo es completamente gótico conforme a las peculiaridades que presenta en su perfeccionamiento. Sin embargo, las fundaciones personales de los Reyes Católicos, coinciden en unos caracteres arquitectónicos que si bien no revisten en categoría de norma sistemática, aparecen en constantes y diversas obras.

En cuanto a los elementos decorativos que entran en su composición preceden principalmente del arte mudéjar o morisco y del gótico francés, germánico y flamenco, cuyas influencias en este arte fueron constantes durante todo el período.

Otro elemento ornamental que los artistas que promovieron este estilo captaron ávidamente, fue el que les proporcionaba el contacto con los países tropicales recientemente descubiertos, cuyas manifestaciones artísticas del todo desconocidas de los europeos, les ofrecían esa aportación exótica de estilizaciones vegetales y de figuras salvajes, grata al sentido renovador y en cierta manera sensacionalista de la época.

Más tarde, el avance de las corrientes renacentistas con el retorno al arte de la antigüedad clásica, alcanza también al Isabelino, y entre sus elementos decorativos aparecen las formas “platerescas” con que comienza el Renacimiento en España.

El origen de la formación del Isabelino, se halla en el personal influjo, inspiración u orientación que los Reyes Católicos ejercen en las abundantes construcciones que se realizan durante su reinado, reflejando la unidad política recién lograda y el triunfo alcanzado sobre los infieles.

Lo mudéjar trasciende en la característica de repetición rítmica de un mismo tema. El arte cristiano y el musulmán se fusionan en este estilo por completo y por última vez en la historia del arte.

El blasón, se convierte en uno de los temas decorativos usados con mayor profusión. Las fachadas, los lienzos de la pared, se llenan de una prolija ornamentación a veces de un efecto exaltado, dándoles el aspecto de enormes retablos.

Es multiforme por la confluencia de artistas de poderosa personalidad que a él le aportan su peculiar manera de interpretarlo, variando, no su caudal de formas, pero sí el espíritu con que se aplican.

Ello se explica que, en contraste con la frondosidad ornamental de ésta fase suntuosa del Isabelino, existe otra modalidad extremada y austera en sencillez usada con más preferencia en edificios de carácter civil en la meseta leonesa- castellana. Reaparece en ellas el arco de medio punto del gótico arcaico y en su ornamentación se observa una sobria aplicación de los temas típicos isabelinos.

Debe apreciarse que el estilo Isabelino se aglutina en la creación de portadas para las fachadas de palacios, iglesias y capillas funerarias, donde se configuran los nuevos elementos que van a caracterizarlo, motivos procedentes de los gustos personales de la Reina que son constantes en esta modalidad. La portada, tiene por un lado un poder comunicativo y significativo, en el sentido de que muestra a través de sus emblemas, heráldico, epigráfico y simbólico, la referencia a los monarcas y representa de esta manera su poderío. La portada significa el poder de la monarquía como de la aristocracia.

El grado de importancia, de la portada en el Gótico Isabelino, es que es allí donde va a desenvolverse una singularidad estilística, más significativa que productiva, donde además de ello se configura una tradición artística propia.

Son las viejas ciudades de los reinos de Castilla y León cuna del Isabelino. En ellas la obra de los reyes, de los magnates y de los cabildos es abundante. Los arquitectos inspiradores del estilo viven en Toledo, Burgos, Ávila, Salamanca, centros principales de sus trabajos. No será hasta pleno desarrollo del estilo que los arquitectos del norte de la península aparecerán y con ellos las primeras formas platerescas.

El arte gótico importado por los reconquistadores en tierras andaluzas se halló frente al mahometano de profundo arraigo y latente vitalidad. Las formas puristas no aparecen sino en obras ejecutadas bajo el influyo de los Reyes o por el impulso de nobles y prelados.

El influjo de la catedral de Sevilla va a cambiar el escaso panorama gótico de los siglos XIII y XIV y va a servir de modelo para iglesias como Santa María de Carmona los templos de Jerez de la Frontera, Utrera y Arcos de la Frontera.

El tardío gótico isabelino se encuentra en las puertas de algunos templos y palacios andaluces algunas de sus mejores obras como las de Jerez, Marchena, Gazules, Puerto de Santa María, Ronda y en el Palacio de Jabalquinto de Baeza.

También citamos aquí la monumental Capilla del Encaje de la iglesia de San Pablo de Úbeda. Según la tradición historiográfica local en esta capilla se reunía el Concejo de la ciudad para celebrar sus cabildos y tomar los acuerdos municipales, y se custodiaban los archivos de la Universidad de Priores y Beneficiados, así como de certificación de linaje de la nobleza de la ciudad, hoy desaparecidos. Debió ser ésta la capilla de mayor amplitud de San Pablo, pues albergó como ya he dicho el archivo tanto el de la Universidad de Priores y Beneficiados como el archivo de la nobleza local. Fue reedificada por Don Juan Alonso Redondo bajo la advocación de Santa Catalina. También se la conoce como la del Carmen, Capilla de los Barbas o Capilla de Jesús, ya que cobija de manera provisional, la imagen más devocional de la ciudad, obra de Jacinto Higueras, que es Nuestro Padre Jesús Nazareno. El recinto, se abre en la nave sur del templo; mediante arcos apuntados, adornados con cardinas y figuras de salvajes, de animales y humanas, y encima riquísima ornamentación geométrica que ostenta el escudo de Úbeda y figura de dudosa interpretación, todo ello enmarcado por pináculos y coronado por bellísima crestería.

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