Pedro Roldán, escultor destacado del Barroco andaluz y español, nace en 1624 y fallece en Sevilla en 1699. Padre de la escultora Luisa Roldán, La Roldana.
Durante varias décadas del siglo XX se consideró que era natural de Antequera (Málaga) o de Orce (Granada). Gallego y Burín publicó en 1925 la partida matrimonial de Roldán con Teresa de Jesús Ortega y Villavicencio, cuyos esponsales se celebraron en la iglesia de San Nicolás de Granada el 1 de Octubre de 1642, velándose el 16 de Febrero siguiente. Según este autor Roldán era natural de Antequera.
Heliodoro Sancho Corbacho (1950), publicó el expediente matrimonial incoado por descendientes de Roldán, en el que consta la declaración del propio artista en la que manifiesta ser natural de Orce, donde vivía con sus padres.
Se forma en Granada con Alonso de Mena y en 1646 abre su propio taller en su ciudad natal. Un escultor vinculado estrechamente con la obra de otros artistas como Murillo y Valdés Leal, maestro de maestros. Realizó la parte escultórica del retablo de la iglesia de Santa Ana de Montilla y el retablo de los Vizcaínos (iglesia del Sagrario, Sevilla), el retablo mayor (Entierro de Cristo) en el hospital de la Caridad sevillano y diversas esculturas para la fachada de la catedral de Jaén. A partir de este momento se aprecia en su obra un predominio del taller, salvo en el Cristo de la Expiración (iglesia de Santiago, Écija) y el Cristo del paso del Descendimiento (iglesia de la Magdalena, Sevilla). De formación naturalista, su escultura supo asimilar las novedades barrocas, con un estilo personal marcado por la contención, la elegancia y la libertad de formas.
Curiosamente nuestra ciudad conserva una obra mariana de este escultor. La imagen en cuestión la encontramos en la espadaña derecha de la clausurada iglesia mayor de Santa María de los Reales Alcázares.
El exterior de Santa María puede ser, por sí solo, un interesante itinerario de arquitectura y urbanismo. Hacia la plaza Vázquez de Molina, el templo presenta un perfil constructivo uniforme, dado por una gran pantalla arquitectónica del siglo XVII, a base de diez pilastras de orden gigante sobre basamento y pedestales resaltados, que la van estructurando en tramos, así como por una tribuna o balconada corrida con clasicistas pináculos, dos ventanales neogóticos cegados y dos espadañas del siglo XIX con cuatro campaniles cada una y las esculturas en piedra de la Virgen de Guadalupe y San Lorenzo. Las citadas espadañas son construidas en 1888 por el arquitecto Felipe Vara, año en que son puestas las citadas esculturas junto a otras dos hoy desaparecidas.
Nos cuenta Ruiz Prieto, al relatar el proceso de desaparición del Convento de el Palacio Vázquez de Molina, a partir de 1868, que: “…las imágenes, entre ellas las que se sacan en procesión del paso del Viernes Santo, que procedían del convento de San Andrés, fueron llevadas a Santa María, con algunos cuadros, otras a San Nicolás y alguna otra iglesia, lo mismo que los retablos que no se destruyeron. Una preciosa escultura de la Virgen, tallada por Pedro Roldán, escultor de Sevilla, tuvo el prior de Santa María el mal gusto de quitarla de la portada y colocarla en lo alto de uno de los campanarios que mandó construir en su iglesia. El tiempo se encargará de destruir tan precioso monumento de arte…”. Asimismo el desaparecido acérrimo ubetense, José Dueñas Molina, me testificó en su día, lo mismo: “…la escultura mariana que ves en lo alto del campanario, es obra de Pedro Roldán, procedía del Convento de Madre de Dios de las Cadenas, hoy Ayuntamiento y que el Prior Alejandro Monteagudo mando ponerla aquí y disfrazar la escultura de piedra, para representar a la Virgen del Gavellar…”.
Desgraciadamente, en la última restauración que ha sufrido la portada de la Adoración, de la Iglesia de Santa María, dicha escultura no ha sido restaurada.
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